Más de USD 10 millones en mantenimiento: los gastos que insume la flota oficial mientras sigue parada
El Gobierno no utiliza los aviones ni los helicópteros oficiales pero tampoco los puso en venta. Cambio de mando en el área que maneja la flota y un viaje a Mendoza polémico.
Desde que asumió la presidencia, en un gesto de austeridad, Javier Milei decidió utilizar aviones comerciales para sus viajes al exterior. Lo hizo en el viaje a Davos y ahora lo repitió en la gira por Israel e Italia. Mientras tanto, toda la flota oficial está parada, incluso el nuevo avión presidencial, que podría llevarlo sin escala hasta cualquier punto de Europa o Estados unidos. Aunque no se muevan, los aviones y los helicópteros generan gastos millonarios. Según expertos consultados por Infobae, el Estado debería destinar más de USD 10 millones por año para mantener la flota en las condiciones actuales. A eso se suman los sueldos de unos 140 empleados, entre tripulantes, mecánicos, abogados, pilotos, y empleados administrativos. Son más 140 millones de pesos por mes.
El avión más costoso para mantener es el ARG 01, adquirido durante la gestión de Alberto Fernández. Aunque llegó hace menos de un año, en breve debería atravesar una inspección mayor, lo que demandaría una inversión de más de 3 millones de dólares. El gobierno saliente lanzó una licitación para realizar esos trabajos a horas del cambio de mando y con la mayoría de los funcionarios renunciados. Finalmente, tal como reveló este medio, el proceso se frenó y ahora la Secretaría General, a cargo de Karina Milei, estaría tramitando una excepción para posponer la revisión, prevista para marzo.
“La inspección mayor es cada tres años, tarde o temprano se va a tener que hacer. En promedio, ese avión demanda una inversión anual de USD 2,5 millones”, asegura un ex funcionario que conoce en detalle la flota presidencial.
El avión está parado desde fines de diciembre, cuando fue a Estados Unidos para una inspección técnica. Solo se movió el viernes 2 de febrero para ir y volver a la provincia de Mendoza. Solo de combustible, ese viaje insume unos 20 mil dólares. En el vuelo habría viajado María Belen Agudiez, la subsecretaria de Planificación General. “No era vuelo necesario por cuestiones mecánicas, tampoco para cumplir con horas de vuelo de los pilotos”, confirmó una fuente aeronáutica.
Para comprar el ARG 01, el Gobierno tuvo que invertir USD 21.730.000 y entregar el viejo Tango 01, que estaba valuado en unos USD 3 millones. El año pasado, el avión fue usado varias veces por el ex presidente, Alberto Fernández, y por el ex ministro de Economía, Sergio Massa. En cambio, la ex vicepresidenta, Cristina Kirchner, nunca se subió y utilizó para sus traslados dos aeronaves de YPF: un Learjet 60, matrícula LV-BTA, y un Embraer Praetor 550, registrado con la matrícula LV-KGJ.
El Gobierno anunció que esos dos aviones se venderán, aunque el proceso lleva mucho tiempo. Con tiempo, se podría recaudar entre 15 y 19 millones de dólares.
En plena campaña, Milei había respaldado la compra de un nuevo avión presidencial por “cuestiones de seguridad”. “(Alberto) No se lo lleva a la casa…. quien sea el próximo presidente lo va a usar”, dijo en una entrevista con TN. Cuando llegó a la Casa Rosada, cambió de opinión. En la Casa Rosada hablan de “ahorro”, pero los aviones oficiales siguen demandando gastos en tierra.
Además del ARG 01, la flota oficial tiene otros dos aviones, el ARG 02 y el ARG 03, que solo permiten hacer vuelos regionales. “El mantenimiento del ARG 02 (un Boeing 737-500) también cuesta unos 2,5 millones por año y el ARG 03 (un Lear Jet 60) cerca de 1 millón”, detalló un experto que tuvo charlas con la actual gestión en la etapa de transición.
En total, por los tres aviones habría que desembolsar unos 6 millones de dólares anuales. A eso se suman otros 4 millones de dólares para el mantenimiento de los tres helicópteros: uno modelo S-70 “Blackhawk” y dos S-76. Son unos 10 millones de dólares, sin hacer un solo vuelo.
En su primer viaje al exterior, el Presidente estuvo a punto de quedar varado en Frankfurt por una demora en un vuelo de conexión. Ese episodio no cambió los planes del Gobierno. En la gira por Israel e Italia también optó por aviones comerciales (ITA Airways y EL AL Israel Airlines), pese a las recomendaciones de los responsables de la seguridad. “Le sirve para mostrarse como un ciudadano común, pero no hay grandes ahorros llevando una comitiva en primera clase y dejando el ARG 01 en tierra”, advirtió un funcionario que hasta hace poco tuvo despacho en la Casa Rosada.
A los gastos que demandan los aviones, se suman los sueldos de unos 140 empleados de la Dirección General de Logística (DGL), un área que ahora quedó en manos del comodoro Fabián Barbieri, un hombre que ya estuvo en la gestión de Julio Manco, durante el gobierno de Mauricio Macri, y ahora responde de manera directa a Xavier Julián Isaac, el nuevo jefe del Estado mayor conjunto.
Barbieri reemplazó a Florencia Gastaldi, una abogada que venía de la ANAC y ahora podría quedar como asesora de Karina Milei. “Eternamente agradecida a todos, seguiremos juntos desde otro lugar. Una parte mía queda con cada uno de ustedes”, dijo en su despedida, hace dos semanas.
Un informe reciente al que tuvo acceso Infobae detalla que la Dirección General de Logística tiene 143 empleados: 50 civiles y 93 militares. Es un piso histórico: en diciembre de 2019, la DGL tenía 140 empleados.
En ese listado hay tripulantes, pilotos, abogados, compradores técnicos, administrativos y hasta secretarias. En promedio ganan 1 millón de pesos mensuales. Para el Estado representa una inversión de más de 140 millones, solo de sueldos.
“Mientras en el Estado se reclama presencialidad, en la DGL los administrativos asisten dos días a la semana. El personal de vuelo, los pilotos y los tripulantes de cabina directamente no asisten a trabajar si no hay vuelos”, describe una fuente aeronáutica.
Sin definiciones a la vista, la flota oficial sigue generando gastos, pero no es el único canal por donde se evapora el presupuesto del Estado. La Fuerza Aérea tiene actualmente en reparación un Lear Jet 35 que demandará una inversión de al menos 3 millones de dólares. Se trata de un avión muy antiguo, que no se podría vender por más de 600 mil dólares. En el mercado aeronáutico le apuntan a la empresa C&L Aviation Group, que estuvo involucrada en la compra del ARG 01. Hasta ese momento, esa firma solo tenía antecedentes de venderle repuestos y aviones a la Fuerza Aérea. “Está hace meses en un hangar privado de San Fernando, van a terminar gastando más de 3 millones”, advierte un empresario que conoce como pocos el rubro.
¿De dónde sale esos dólares? “La Fuerza Aérea paga con dólares desde un centro de compras instalado en Washington. Si quieren ahorrar presupuesto hay que mira ahí”, coinciden varios expertos.
Cuando se termine de acomodar, el Gobierno deberá tomar decisiones sobre la flota presidencial. “Lo peor que hay es una flota que no vuela. Si no se usan, los aviones y helicópteros hay que venderlos de manera urgente porque el mantenimiento comienza a ser cada vez más caro”, repiten en el mercado.
Hasta ahora, Milei decidió inclinarse por aerolíneas comerciales, algo similar a lo que hizo Mauricio Macri en la primera etapa de su gestión. La diferencia sustancial es que en ese momento el Tango 01 estaba parado. El plan de Macri se topó con la realidad: en 2018 le tocó compartir un vuelo de Aerolíneas Argentinas con dos narcotraficantes y 64 mil pastillas de éxtasis. “Esta Casa Militar considera que la utilización de líneas aéreas comerciales para el desplazamiento tanto al interior como el exterior del país genera serios riesgos en la seguridad del Presidente”, sostuvo el entonces jefe de Casa Militar. A partir de ese momento, se priorizaron los vuelos privados.
La próxima escala internacional de Milei sería en Washington, a fines de febrero, donde coincidirá con Donald Trump en un encuentro con referentes republicanos. Su último viaje a la capital norteamericana fue a bordo de un avión privado. Todavía no era presidente en funciones. Eso derivó en una investigación judicial, abortada cuando llegaron las facturas del vuelo. Se descuenta que no repetirá la experiencia.
Por Nicolás Pizzi